Ella y su coche

05DIC2011

Ella y su coche

Por: Ricardo de Querol

Fiatgirl

Las mujeres pagaban casi 200 euros más que los varones en tres autoescuelas de Zaragoza por un paquete sin límite de clases prácticas, que a la vista del revuelo rectificó la semana pasada. ¿Pagaban más por puro machismo? No, dicen las autoescuelas que por un dato objetivo: que las mujeres consumen hasta un 50% más de clases prácticas que los hombres. La noticia ocurrida en pleno 2011 (contada aquí por Charo Nogueira y Juan A. Aunión) desató apasionados debates en las cafeterías, en las familias, en esta redacción. Si las mujeres pagan menos por los seguros de automóvil porque tienen menos accidentes, ¿acaso no pueden pagar más por sus clases si requieren más instrucción? También pagan más por una renta vitalicia, o menos por un seguro de vida, debido a su mayor longevidad. Según este punto de vista, se trata una discriminación, digamos, por causas objetivas.

Cuidado: continuando con este razonamiento acabaremos defendiendo que ellas coticen más a la Seguridad Social, porque son madres, como llegó a plantear en el año 2000 sin pudor alguno el Círculo de Empresarios. Abundando más, discutamos que ellas paguen menos impuestos para policía y prisiones, porque cometen menos delitos. Siguiendo por ahí, que financien más la sanidad los fumadores, los obesos, los esquiadores y los que hacen puenting. ¿Qué tal que no paguen por la educación los que no tienen hijos? Paremos, por favor, que este camino nos lleva de un charco a otro hasta embarrarnos todos.

Dado que la justicia europea ya ha tumbado la cuota según el sexo en los seguros de automóviles, desde el punto de vista jurídico el tema está resuelto. No hay más que hablar: no cabe discriminación por ser hombre o mujer al fijarse un precio. Porque que el género sea determinante sobre cualquier otro factor es injusto a escala individual: que como media las mujeres necesiten más clases prácticas hasta aprobar el examen no implica que una mujer concreta vaya a necesitarlas. De igual modo, que las mujeres sean como media más longevas no asegura a ninguna que vaya a llegar a vieja.

Así que cobrar distinto es discriminatorio, claro que sí. Pero ¿podemos aceptar que mujeres y hombres se comportan de distinto modo al volante, que tienen distinta relación con su vehículo?

No es sexista fijarse en las diferencias si pueden analizarse con un mínimo de rigor. Las cifras oficiales cantan. Ellos representan el 60% de los carnés expedidos, pero son el 90% de los conductores muertos por tráfico y el 79% de las sanciones que implican pérdidas por puntos. Bien. Primera conclusión con base estadística: las conductoras son más prudentes al volante que los conductores. Seguramente porque la mujer es más prudente con su vida en general (también son minoría entre los homicidas, en los suicidios, entre los presos, entre los drogodependientes) y explicar eso requeriría no un post, sino un tratado de antropología.

Bmwgirl

Vale, decíamos, ellas suelen ser más prudentes al volante, lo que tampoco es una norma general. Pero ¿necesitan más clases para sacarse el carné o no? También como media, por supuesto. Los expertos lo creen posible, pero no conseguimos encontrar cifras para demostrarlo más allá de lo que afirman estas autoescuelas. Habría explicaciones para ese fenómeno. Una de ellas es que «un chico desde pequeño ya juega con coches; ellas con muñecas. Es normal que tengan más facilidad para conducir, porque apenas pueden sacarse el carné ya están en ello». Lo dijo Carlos Bricio, empresario de autoescuela y presidente del sector en Zaragoza, a preguntas de Concha Montserrat, aunque al día siguiente quiso matizarlo: «Yo no tengo la culpa de que los padres compren muñecas a las hijas y cochecitos a los hijos». Antes de linchar a Bricio, quizás pudiéramos admitir que las máquinas en general, y el coche en particular, ocupan más espacio en el ocio de los niños (y los adultos) que en el de las niñas (y las adultas); en lo que algo tienen que ver sus padres. También es cierto que los hombres tienden más, por ejemplo, a practicar la conducción por su cuenta, ilegalmente por supuesto, en el coche de familiares o amigos antes de dar la primera clase. Algunos tienen tal soltura desde edades tempranas que llegan conduciendo su coche al centro donde teóricamente les enseñarán a conducir.

¿Seguimos con las diferencias? Los hombres tienen más coches matriculados a su nombre (dos tercios de la flota) aunque es imposible saber cuántos son de uso compartido. La industria del automóvil sostiene (y Silvia Blanco hizo un exhaustivo reportaje en 2006 para EL PAÍS Motor que puede leer en tres páginas aquí: 1,y 3) que la compradora de coches tiene un perfil diferente. Ojo, que a continuación vienen algunos tópicos que los vendedores de automóviles afirman corroborar a diario (si bien es cierto que la inmensa mayoría son hombres). Si el varón suele dar importancia a la potencia del motor y al tamaño del vehículo, ellas eligen coches más pequeños y valoran más la seguridad y la comodidad. Alguna diferencia se puede explicar en que el coche femenino suele ser el segundo de la pareja o la familia, por lo que está más pensado para uso urbano más que para la carretera. Contradice, sin embargo, esta afirmación un llamativo interés de las mujeres por los todoterrenos, vehículo voluminoso que se asocia al estilo de vida de las nuevas urbanizaciones periféricas. La mayoría de todoterrenos, ya lo sabemos, no pisa una pista de tierra en su vida, pero da una imagen dinámica de su conductor o conductora, que es de lo que se trata. Así que a ellas también les interesa lo que el coche dice de ellas. También presumen de su máquina. Tópico desmentido.

En todo caso, ¿será cierto que la mujer tiende a tener una relación más práctica con la tecnología? No es nada práctico comprarse un deportivo a los 40 y muchos (en general no es práctico comprarse un  deportivo salvo para hacer carreras), y sin embargo se considera un símbolo del hombre triunfador. Son los menos. Segunda conclusión: tanto para ellos como para ellas, el coche es la principal tarjeta de visita (antes incluso que la casa, porque el coche se enseña más, y por delante del móvil o tableta, nuevos objetos que nos visten).

Volvogirl

Los anuncios de coches, ya lo saben todos ustedes, se han dirigido tradicionalmente al hombre, pero las modas llevan años cambiando. Los anuncios se dirigían sobre todo al tipo activo, vividor, deportista y seductor, pero ahora apuntan sobre todo al responsable padre de familia, preocupado por los airbag y por la suavidad al tomar las curvas. Hemos ilustrado este post con viejos anuncios de los años dorados del automóvil con guiños a la mujer, que no siempre tiene que ir en el asiento del copiloto. Pero las chicas en los anuncios han sido más a menudo modelos para atraer al comprador que potenciales compradoras. Con alguna excepción: marcas como Volvo, Lancia o Suzuki han hecho campañas específicas para ellas. Muchos fabricantes se resisten a hacerlo porque enfocarse al público femenino, dicen, espantaría al masculino de esos modelos. Suzuki ensayó con la provocación con una campaña para el Swift. Decía: «¿En qué se fijan las mujeres? En el trasero, en los ojos…». Y la cámara enfocaba las redondeadas formas del maletero, los faros… No parece que la propuesta cuajara, y de hecho no queda rastro de ese anuncio en Youtube. ¿Será porque resulta contraproducente decir a la mujer que debe ceñirse a un determinado tipo de coche?

En las ferias mundiales del motor siguen brillando, tanto como los coches novísimos y limpísimos, las espectaculares modelos. Lo mismo ocurre en la fórmula uno y, con más descaro, en el mundo del tuning. El reclamo debe funcionar, a la vista de los corrillos, pero cada vez menos marcas recurren a ellas. En los salones solo lo hacen ciertos stands de deportivos de lujo, que se dirigen al cuarentón hambriento de autoestima que decíamos antes. El resto de fabricantes, en su mayoría, se ha ido pasando a la equidad: combinan bellas azafatas con bellos azafatos, ambos de un atractivo más discreto. Así que podemos fijar una tercera conclusión: la industria del automóvil es un mundo predominantemente masculino (y heterosexual, claro), con viejos tics sexistas, pero en lenta y continua evolución, porque se da cuenta de que la clienta importa cada vez más. Las marcas estudian al detalle, pero no comparten esos datos, si un comprador acude solo o con su pareja, y quién de los dos toma la decisión. Saben que este negocio ya no consiste en convencerle a él.

Anunciocoche

¿Empachado de tópicos? Esto escribió en este diario Empar Moliner: «Yo me alegro de que esos anuncios de coches con tía buena, semidesnuda, en el capó moviéndose con gestos felinos hayan pasado a la historia. Pero es que los de ahora son muy raros. Una voz sensual y poco expresiva dice cosas poéticas que, presuntamente, incitan al conductor a ser él mismo, tan real y contradictorio, tan sexy y aventurero, pero padre de familia a la vez. (…) ¿Seguirá alguien diciendo -completamente en serio- que el coche de un hombre, fíjate tú, es el símbolo de su virilidad? Si es así, ¿qué es el coche de las mujeres, el símbolo de nuestra feminidad?».

No creo que el coche siga siendo, para el varón de hoy, símbolo de virilidad. Sobre todo lo es de poder, cualidad igualmente excitante para muchos y también para muchas. Quizás la equivocación sea tratar de proyectar demasiadas cosas sobre un ensamblaje de piezas metálicas con ruedas, que sobre todo sirve para llevarnos de un lugar a otro. Pero es comprensible que muchos de nosotros, y bastantes de vosotras, nos sintamos a veces fascinados por la belleza de las máquinas. Lo que ya no se sostiene es que, por ser mujer, alguien dé por supuesto que necesita más clases. O que busca un coche pequeño y redondeado con muchos espejos.

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