Curiosa coincidencia

VIVENCIAS CON EL MILQUI

Curiosa coincidencia

por Carmelo García Socio nº 35

Cada vez que leo el relato de nuestro querido presidente, me doy más cuenta de que mucha culpa de que a ambos nos apasione el Seat 1500, fue de su abuelo Celedonio Martinez, pues él, indirectamente y sin que lo supiera, influyó en gran medida en mi atracción por ese coche.

Cuando Javier cuenta sus visitas a la cochera de la Jefatura de Sanidad situada en la calle Venerable Carabantes de Soria, yo, casi 20 años antes, pasaba mucho tiempo también por esas cocheras, pues en una casa enfrente de ellas, nací, me crié, jugué a la patada del bote, al escondite, a las batallas…. con todos los del “barrio” y tuve la suerte de que mi padre tuviera una cochera alquilada dentro del recinto y casi colindante a la de Sanidad. En esta cochera pasaba horas montado en el Renault Celtaquatre que mi padre dejó aparcado cuando le entregaron, como no, el flamante 600.

Miraba por las ventanas laterales de dichas cocheras y veía las ambulancias que dice Javier y cuando las sacaba y metía su abuelo con el correspondiente “refunfuñeo” pues utilizábamos la puerta de madera del local como portería en nuestros partidos de fútbol. Hubo incluso alguna vez en que él me montó en algún coche. Fue aquí donde empezó a gustarme el 1500 y los coches en general.

Mi padre, como muchos de la época, no tenía más remedio que tener más de un trabajo y, después de sus labores de funcionario, por las tarde llevaba la contabilidad de una fábrica llamada Inquimeso, donde poseían un precioso monofaro familiar de color gris que básicamente lo utilizaban para llevar mercancía, pero podía disponer de él cuando quisiera y lo utilizábamos esporádicamente para viajes largos, etc.

Era una verdadera gozada ir a Madrid sentado en la parte central del coche, al lado de mis padres. Aquí fue donde se fraguó definitivamente mi pasión por este coche.

El tiempo pasó, nos hicimos mayores, a primeros de los 90 derribaron las cocheras, se esfumaron un montón de recuerdos pero el Sr. Celedonio seguía con su 1500 blanco que ya llamaba la atención con los años que corrían y yo no hacía mas que seguirle la pista hasta que el coche llegó hasta mí.

El resto de la historia, ya la conocéis todos.

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